Según el Diccionario de la Real
Academia Española, la palabra “guáramo” es un modismo venezolano que significa “valor”.
De esta manera defino yo lo que sentí al conocer a Rosa Orozco, madre de
Geraldin Moreno quien fuera asesinada hace casi tres meses a manos de
funcionarios de nuestra “gloriosa” Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela (GNB).
En el marco de una asignación
académica de Periodismo tuve la oportunidad de entrevistar a la señora Rosa,
quien se encuentra actualmente en un muy agotador proceso judicial del que me
comentó espera sean castigados más de 25 efectivos de la GNB a quienes
considera cómplices en la muerte de su hija, esto tras una semana de haber sido detenidos los dos presuntos autores materiales del hecho, Flanklin García y
Paola Barroso, ambos con el cargo de Sargento Segundo.
A pesar de esto último, cuando le
pregunté si se estaba haciendo justicia no vaciló en responder: “No, aquí no
hay justicia; aquí lo que hay son dos seres, uno que disparó y una que le dijo
que disparara, y los demás están igualmente involucrados porque para disparar
tuvo que haber una orden, y eso es lo que yo quiero, al que dio la orden y al
que la recibió, porque sino seguimos en lo mismo; sigue la misma gente
asesinando a los muchachos en la calle”. En este sentido señaló abiertamente al
comandante Frank Osuna y al capitán Carlos Pavón, quienes dirigían al pelotón
que arremetió contra la manifestación la noche en que resultó herida su hija.
La señora Rosa me hizo saber que
no cree en las lyes venezolanas. A ella le parece inconcebible que dos
asesinos se encuentren detenidos en el Comando Regional N° 2 de la GNB. “Allí
están entre comillas detenidos. Yo le pedí a la jueza que los metiera en
Tocuyito y ella me dijo que allí no había espacio. Le dije: saque a los
estudiantes que están en Tocuyito y meta a los asesinos de mi hija entonces…”
Si quieren mi opinión, tiene razón. La apoyo totalmente cuando asegura que
estos guardias “están premiados”.
El día a día de la señora Rosa va
de la mano con los estudiantes y se siente muy preocupada por los muchachos en
la calle. También pudimos comprobar que está vigilada. ¿Cómo? A nuestro lado
permanecieron sentados dos presuntos funcionarios del Servicio Bolivariano de
Inteligencia (SEBIN) escuchando la conversación y yo me di cuenta tardíamente
de que estaban ahí cuando, de manera realmente descarada, se retiraron justo al
momento de apagar mi grabadora, como queriendo hacer notar que fueron testigos
del encuentro. “Este es mi día a día” confesó después del episodio.
Geraldin tenía 23 años al momento
de su fallecimiento. Estudiaba Citotecnología en la misma universidad en la que
yo curso mis estudios de Comunicación Social (Universidad Arturo Michelena -
UAM). Allí, todos los días, de alguna u otra manera, ella está presente. Nada
le devolverá a la señora Rosa a su hija, a su flaca, pero se mantiene en pie y
nada ni nadie la detendrá en su lucha. Ahora es su única razón de ser. A ella mi admiración.
#Paz para todos.
@FernandoArraez